Turismo sustentable: un reto para la Gestión y Planificación de las Áreas Silvestres Protegidas de Latinoamérica.

Las áreas silvestres protegidas de Latinoamérica (ASPL) se han convertido en la actualidad en destino turístico de primer orden.

La preocupación por el desarrollo equilibrado y sustentable de la actividad turística no es nueva. El paradigma de la sostenibilidad, así como las enormes expectativas puestas en el turismo como factor de desarrollo regional y local, obligan a plantear con rigor los fundamentos de una planificación y gestión acorde con los recursos naturales y culturales, como garantía de futuro del sector y de su competitividad en el escenario internacional.


En las últimas décadas el número de visitantes ha tenido un aumento significativo en gran parte de las ASP a nivel mundial, correspondiendo a una de las causas más críticas en cuanto al deterioro de los elementos naturales y culturales de las mismas.

Según los datos que maneja la Organización Mundial de Turismo (OMT), cada vez existen más turistas que desarrollan actividades de aventura, deporte y conocimiento de la cultura y el entorno natural de los lugares que visitan; es el llamado turismo de naturaleza o ecoturismo, que cuenta con un crecimiento anual superior al 20% (Reid, 2000). En la actualidad esta modalidad turística supone ya un 15% del turismo mundial (Newsome et al., 2002).

Naciones Unidas designó el año 2002 como Año Internacional del Ecoturismo, con lo que dio un reconocimiento significativo e inédito a la creciente importancia de este segmento de la actividad turística, y en especial a su relación con la naturaleza. Pero quiso también llamar la atención de la comunidad internacional y de los gobiernos sobre la necesidad de reconocer que el turismo, y más concretamente el ecoturismo, es un instrumento que puede tener al mismo tiempo consecuencias positivas y negativas sobre la diversidad biológica y medioambiental.

La declaración de un espacio natural como protegido contribuye a crear una imagen de calidad del mismo, y le convierten en un potente foco de atracción para la sociedad. Para dar respuesta a esta creciente demanda surgió el concepto de uso público, ligado a estas áreas.

Hablamos de áreas muy ricas en biodiversidad, con ecosistemas y especies altamente valoradas en todo el mundo. A pesar de ello el número de visitantes ha crecido progresivamente en los últimos años, al tiempo que se han multiplicado las estrategias para adecuar esta demanda a las características biofísicas, fragilidad y capacidades de gestión administrativa de estas áreas, sin olvidar la satisfacción del público visitante.

Sin embargo, el cambio constante en los flujos y modelos de visita, requiere de una gran capacidad de reacción de los espacios a estas variaciones, siendo necesario un modelo de gestión adaptado a las nuevas necesidades que se presentan.

Un ejemplo concreto de esta problemática afecta al Parque Nacional Torres del Paine, en el corazón de la Patagonia Chilena.

Cada año lo visitan cientos de miles de personas de todo el mundo. El mayor flujo de visitantes se concentra en los meses de verano coincidiendo con la llegada del buen tiempo y es uno de los focos económico más importante de la región y del país. La temporada 2013-2014, se produjo el colapso de algunas zonas del parque que literalmente no dio más de sí.

Las necesidades de un parque como éste son diversas y no todas se relacionan con temas medioambientales o forestales, ya que al ser un ASP de carácter turístico, declarado Reserva de la Biósfera por la Unesco y recientemente nombrada la Octava Maravilla del Mundo, es fundamental manejar otras variables que por falta de presupuesto impiden gestionarlas adecuadamente.

El mantenimiento de los senderos (cada día más deteriorados), los rescates de montaña, monitoreos permanentes, así como la gestión turística en las porterías para un conocimiento real de los ingresos y salidas de los visitantes, son solo algunos de los requerimientos que son necesarios mejorar.

Evitar tragedias como las sucedidas con los últimos incendios de 2005 y 2011 donde se calcinaron más de 15 mil y 17 mil hectáreas respectivamente, ambos por negligencias de turistas extranjeros es vital para su mantenimiento.

El reto pasa por generar herramientas efectivas, sostenibles y corresponsables respecto al fenómeno del uso público al interior de ellas, que protejan los recursos de los sitios de vista sin afectar la calidad de la experiencia de los visitantes.

Valle del Francés, Parque Nacional Torres del Paine, Chile (Fuente: Wikipedia)
Valle del Francés, Parque Nacional Torres del Paine, Chile (Fuente: Wikipedia)

Dichas necesidades apuntan al Desarrollo Sustentable del Turismo (DST), como una oportunidad para que estas áreas contribuyan a la prosperidad y bienestar de las comunidades locales.

Pero sabemos que hacer el turismo más sostenible no consiste solamente en controlar y manejar sus impactos negativos, sino que también debemos apostar por la generación de empleos e ingresos y proporcionar incentivos para su protección y conservación, añadiendo valor al patrimonio natural y a los sistemas ecológicos sensibilizando a la población respecto al paisaje y su entorno.

Se hace necesario incentivar la inversión pública y privada para contar con una adecuada infraestructura de servicios en las áreas de uso público establecidas por los respectivos Planes de Manejo. Por esta razón, se buscan nuevas estrategias de planificación que puedan compatibilizar el desarrollo turístico con el objetivo de conservación y los planes de manejo de estas áreas.

La responsabilidad de la gestión deberá recaer tanto en la administración pública como en los propietarios privados, organizaciones no gubernamentales, fundaciones u otras entidades, independientemente de la categoría del espacio.

Las políticas y acciones en dicha materia, por consiguiente, más que seguir fomentando un crecimiento indiscriminado de la oferta y de la demanda, deben más bien tener como objetivo central integrar el turismo de naturaleza en las políticas y programas nacionales y locales de desarrollo, consolidando las ventajas que ofrece y reduciendo sus impactos negativos, reales o potenciales.

El futuro desarrollo de las ASPL deben regirse en un marco comunitario adecuado donde la actividad turística tenga como prioridad la conservación, la valoración del patrimonio natural y el desarrollo local, y los actores privados por su parte aporten con su creatividad, esfuerzo y empuje para hacer de la conservación un verdadero motor del desarrollo.

Velar por que el turismo avance por un sendero realmente sostenible y para que contribuya a la gestión sostenible de estas áreas, exigirá una mayor cooperación y la forja de asociaciones concretas entre todos los actores involucrados. Pero todavía queda mucho que avanzar para que alcancemos niveles de sostenibilidad ambiental, social y cultural que aseguren su contribución a los grandes desafíos a los que se enfrenta la sociedad latinoamericana del futuro.

Fuente: Sergio Revilla (email: revill86@gmail.com)*

(*) Este artículo fue redactado por el autor como parte del curso de posgrado “Análisis del Paisaje: Herramienta de Gestión, Ordenación y Planificación Territorial”, organizado por Fondo Verde (http://goo.gl/Iwfels) y dirigido por el profesor Dr. Gonzalo de la Fuente de Val.

Bibliografía

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Ivars Baidal, J.A. (2001). Planificación y Gestión del desarrollo turístico sostenible. Instituto Universitario de Geografía. Universidad de Alicante.75 pp.

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Tellería, J. L. (2009). Turismo y conservación de la biodiversidad en España. Biodiversidad y turismo sostenible en Iberoamérica. INBIO. Heredia, Costa Rica.

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Yunis, E. (2006). Desafíos de la sostenibilidad en turismo. Implicaciones para la conservación de áreas naturales protegidas. Estudios Turísticos, n. 169-170, pp. 77-83.

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Jose Taboada

Licenciado en Geografía, Postgrado en Ordenación y Desarrollo Territorial (USC) y Master de Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa (USC).

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