Un filón de oportunidades para el futuro
Dice el gigante tecnológico Cisco que el sector de las ciudades inteligentes moverá 1,2 billones de dólares en los próximos diez años. Y Ferrovial calcula que en España el impacto puede llegar a ser de 10.000 millones sólo en áreas vinculadas con el medio ambiente y la movilidad, también en una década. En Barcelona han surgido decenas de pequeñas empresas especializadas en el sector, y algunas grandes corporaciones también intentan meter la patita en un mercado que creen que irá a más. Pero, de momento, » no se gana dinero», señala Raúl González, responsable de smart citiesd’Abertis Telecom.
Tampoco es así. World Sensing, una pequeña compañía catalana nacida en 2008 que factura unos tres millones de euros y emplea a 40 trabajadores, se ha hecho un lugar en el mundo. Gestiona , entre otras cosas, los 15.000 sensores que sirven para controlar las plazas de aparcamiento de Moscú. En Barcelona se han puesto en marcha algunas iniciativas, pero su consejero delegado, Ignacio Vilajosana, cree que el despegue definitivo del sector dependerá de dos factores: conseguir inversiones con un retorno económico muy claro y admitir un cambio en la dinámica de la operativa de la Administración, «porque no se puede manejar como ahora».
Como World Sensing hay otros ejemplos. Zolertia, Dexma, Going Green, Urbiòtica… En esta última tiene una pequeña participación el fabricante de material eléctrico Simón. Su director general, Xavier Torra, cree que es un negocio «a largo plazo» porque todavía «hay pocas aplicaciones rentables y su evolución es relativamente lenta; de momento hay poco recorrido para hacer dinero».
«Hay un filón de oportunidad», apunta Oscar Pallarols, director de los centros de competencia de la Mobile World Capital Barcelona, que avisa de que habrá diferentes tipos de empresas beneficiarias: las que desarrollarán y pondrán en marcha los sensores para tener la información; los grupos que deberán conseguir que la información captada pueda circular por la red; los encargados de ordenar este big data y darle sentido, y los desarrolladores de aplicaciones. Y en medio, la Administración, que podría sacar beneficio de una mejor gestión de sus recursos. «Las grandes experiencias pasan por la colaboración público-privada», dice Pallarols.
Para que sea así, dice González, de Abertis Telecom, será necesario «que el ciudadano también lo entienda, porque todavía no percibe que este tipo de proyectos pueden resolver determinados problemas». La filial de telecomunicaciones del grupo de infraestructuras fue uno de los responsables de la puesta en marcha de la red wi-fi de la capital catalana, ejemplo de lo que puede ser una de las capas de esta Barcelona inteligente que quiere vender Ayuntamiento. Sirve para que los ciudadanos puedan acceder a la banda ancha, pero también para transferir datos de tráfico, de comunicación o incluso para los sistemas de riego.
En todo caso, Vilajosana destaca que, para desarrollar el negocio, será necesario que los ayuntamientos apuesten y, así como tienen un departamento de informática, sean capaces de crear por ejemplo departamentos de smart city, y que estos sean más permeables a la introducción de nuevas tecnologías. «¿Quién se arriesga?», se pregunta.
Fuente: El País