¿Cuál es el impacto ambiental de la gestión de residuos municipales?
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han desarrollado una metodología para calcular la huella de carbono en las distintas etapas de la gestión de residuos municipales: recogida, transporte y tratamiento final. En el caso de Madrid, parece que los tratamientos aplicados se ajustan a los objetivos europeos.
¿Cuál es el impacto sobre el cambio climático de los tratamientos de gestión de los residuos municipales? Una nueva metodología, concebida por investigadores del grupo Tecnologías Ambientales y Recursos Industriales (TARIndustrial) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), permite calcularlo. Los resultados obtenidos pueden resultar provechosos para determinar si las opciones de tratamiento de residuos implementadas se alinean con los objetivos de reducción de la huella de carbono. Parece que esto está funcionando en el caso de la ciudad de Madrid, utilizada como un estudio de caso para demostrar la validez y utilidad del método.
La Unión Europea ha establecido una serie de acciones prioritarias para la optimización de la gestión de los residuos municipales, cuya aplicación se espera traducir en una reducción del impacto ambiental, así como en la obtención de beneficios económicos y ventajas sociales. En ese sentido, esta normativa jerarquiza los tratamientos de gestión en cinco niveles, estableciendo su prioridad. Así, la prevención es la opción preferencial por delante de la reutilización, reciclado y otras valorizaciones (valorización energética, por ejemplo), con el depósito final (en vertedero) como la última de las opciones posibles.
La gestión de los residuos municipales comprende las etapas de recogida, transporte y tratamiento final de los mismos. En lo relativo a la etapa de tratamiento, la metodología desarrollada por el grupo de investigación de la ETSI Industriales de la UPM considera tanto las emisiones directas −las emisiones de gases de efecto invernadero generadas en los propios tratamientos (vertedero, compostaje, incineración, biometanización, etc.)− como las indirectas −las emisiones asociadas a la producción de la energía eléctrica consumida en los mismos, cuando no son capaces de autoabastecerse−, además de las emisiones evitadas como consecuencia de la recuperación de materiales o energía (emisiones evitadas).
Su aplicación a la ciudad de Madrid ha permitido concluir que el impacto total asciende a 253 kg CO2 equivalente por tonelada de residuo tratado, siendo la etapa de tratamiento la que presenta una mayor contribución (un 88,7% frente al 11,3% restante del conjunto de la recogida más el transporte).
Según el estudio, la huella de carbono de la etapa de tratamiento está un 88% por debajo de la peor de las opciones de tratamiento; aquélla en la que la totalidad de los residuos municipales se llevase a vertedero sin recuperar el biogás formado en el mismo.
Aprovechar el residuo como un recurso
Como señala Javier Pérez, uno de los investigadores participantes en el estudio, “la recuperación de los materiales reciclables (plásticos, acero, aluminio, vidrio, papel y cartón, etc.) y la implementación de tratamientos biológicos para la generación de biogás a partir de la fracción orgánica (digestión anaerobia) han permitido aprovechar el residuo como un recurso, alineándose así con uno de los pilares de la economía circular”.
Los autores recuerdan que, de acuerdo a los principios de la Unión Europea, se ha de trabajar en la reducción de los residuos municipales, aunque cuando estos se generen, se ha de hacer un esfuerzo en la recuperación de todas aquellas fracciones valorizables.
Fuente: SINC