¿Cómo los vientos pueden afectar a nuestra salud mental?
Desde la Antigüedad que clima y tiempo atmosférico afectan a la salud y al bienestar de los seres humanos. Antiguas culturas se dieron cuenta del influjo de las variaciones bruscas de la meteorología y observaron como determinadas variables atmosféricas influían en el comportamiento y estado anímico de las personas, muchas veces relacionadas con el viento. En la cultura general se le conoce como el “viento loco”, el “viento de las brujas” y algún otro nombre similar.
La existencia de algunos vientos (En España la tramontana, el viento sur del norte y el siroco) se relaciona con una mayor presencia de migrañas, cuadros depresivos, ansiedad e irritabilidad. Aunque hay personas para quienes su estado de ánimo e incluso su salud mental dependen de los cambios meteorológicos, no existe consenso científico sobre por qué determinadas masas de aire tienen estas consecuencias en nuestra salud.
Científicos israelíes analizaron si los cambios meteorológicos en áreas semiáridas influían en la incidencia de trastornos mentales. Con una muestra de 4.325 personas que habían ingresado por intento de suicidio y ataques psicóticos en el Centro de Salud Mental de la Universidad Ben-Gurion del Neguev (Israel), los investigadores concluyeron que había cierta relación entre estas conductas y la dirección y velocidad del viento. Pero se trata de una combinación de parámetros, aclara Arkadi Zilberman, uno de los autores del estudio. El viento por sí solo no produce ningún efecto. Solo cuando está asociado a corrientes de aire puede tener consecuencias para la salud. Con esta corriente suceden dos cosas. Por un lado, una masa de aire sustituye a otra y cambian de forma súbita parámetros como la humedad, temperatura o presión; y por otro lado, la corriente trae consigo componentes gaseosos, contaminantes y partículas sólidas suspendidas en el aire.
El temido efecto Foehn
Existe gran consenso en torno a la influencia que tiene el efecto foehn en la salud de algunas personas. El viento foehn o föhn se produce en relieves montañosos cuando una masa de aire cálido y húmedo es forzada a ascender para salvar ese obstáculo. Esto hace que el vapor de agua se enfríe y sufra un proceso de condensación o sublimación inversa precipitándose en las laderas de barlovento donde se forman nubes y lluvias orográficas.
De esta manera, aunque en la ladera de barlovento sean abundantes las lluvias y el aire sea frío y húmedo, en la parte de sotavento el aire experimenta “un extraordinario calentamiento al llegar a los valles que hay ladera abajo, alcanzando una temperatura y una sequedad sensiblemente mayores de las que el aire tenía en origen”, explica a SINC José Miguel Viñas, físico experto en meteorología y responsable de la web Divulgameteo.
Este cambio brusco incide en la salud mental. “En Suiza, la gente teme a este foehn que cruza los Alpes porque aumentan sus dolores de cabeza y la fatiga general”, apunta Bernard Primault, miembro de la Sociedad Internacional de Biometeorología. De hecho, la preocupación entre la población es tal que el Servicio Meteorológico Nacional de Suiza (MétéoSuisse) ha desarrollado un índice que calcula cada diez minutos el nivel de foehn en diferentes estaciones de medición.
Un estudio polaco analizó la influencia de este efecto, junto a otros factores atmosféricos, en los casos de suicidio ocurridos en Cracovia de 1991 a 2002. “Este viento causa un fuerte estrés psíquico. Descubrimos que la probabilidad de que hubiera un acto de suicidio durante los días con viento foehn en los meses de mayo y julio era alrededor de un 50% superior al resto de días”, asegura Katarzyna Piotrowicz, una de las autoras del estudio e investigadora del Instituto de Geografía y Ordenación de la Universidad Jaguellónica (Polonia).
En España, este efecto se produce sobre todo en la cordillera cantábrica cuando soplan vientos del sur, aunque también puede aparecer en otras regiones como en los Pirineos, en la Sierra de Gredos o en las islas Canarias. Viñas recuerda que en el antiguo Código Penal que se aplicaba en España se recogía el efecto foehn, “eximiendo de la culpabilidad de un delito si la falta había sido cometida en días de viento sur”.
Al margen de la influencia negativa de los vientos en algunas personas, existen conocidos ejemplos del efecto contrario, en especial en el mundo artístico. El músico Lluís Llach ha confesado en varias ocasiones: “La tramontana aumenta mi tensión creativa, pero después de unos días me agota”. Agotada o no, la obra de otro artista como Salvador Dalí sería otra si el viento de tramontana no hubiera modelado sus excéntricas figuras.
También las últimas novelas del escritor portugués José Saramago tendrían otro tinte si no se hubieran compuesto al calor de los alisios en Lanzarote, sin olvidar a la estepa manchega y su viento solano, musas indiscutibles de Almodóvar en su premiada ‘Volver’.
Fuente: SINC
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