Las ciudades inclusivas son la garantía de un futuro para las personas y el planeta
Únicamente las ciudades inclusivas garantizan el futuro de las personas, del planeta y de las propias urbes. Crecer sin segregar es el gran reto para las nuevas metrópolis, pero también su única opción. No es solo un imperativo ético, es una cuestión de supervivencia. Nosotros, o nuestros antepasados, llegamos a las ciudades con ambición de sobrevivir o, si tuvimos suerte, de prosperar. “Las ciudades todavía son máquinas con las que convertir a los desesperados en no tan desesperados”, ha escrito el arquitecto Deyan Sudjic, autor de La arquitectura del poder (Ariel). Por eso son lugares en perpetua transformación. Analizar nuestra vida cotidiana lo demuestra. Lo que nosotros llamábamos tiendas de chuches, nuestros hijos lo llaman chinos, precisamente porque inmigrantes chinos regentan esos comercios de barrio. Si en nuestra infancia nos sorprendía ver a un negro por la calle, hoy, desde la escuela, convivimos con múltiples nacionalidades. Que las asistentas domésticas ya no lleguen de Pollatos de la Sierra, sino de Asunción o Timisoara, también describe el micromundo urbano en el que lo global se redefine al entrar en contacto con lo local. Y es que, además de ser lugares para el cambio, las ciudades transforman a quienes las cambian. Así, son el escenario de las diferencias, pero su salud depende de que esas diferencias vivan integradas en lugar de separadas. Saber integrarlas dio lugar al Soho londinense. No hacerlo generó las revueltas de Seine-Saint-Denis, a 15 kilómetros de París.
Fuente: www.elpais.com