El río que se rebeló contra la explotación del Amazonas
Dos días antes del inicio de las pruebas en la primera turbina de la hidroeléctrica de Santo Antonio, en Rondônia, el teléfono sonó en la casa de la pescadora María Iêsa Reyes Lima. «Va a comenzar», le avisó el amigo que trabajaba en la construcción de la usina. Iêsa se sentó en el patio y se puso a observar las aguas, esperando lo que sabía que sería un cambio sin retorno. «El río Madera tiene algo de peligroso. Y exige respeto. Los ingenieros dicen que tienen toda la tecnología, pero nada controla la reacción de ese río.»
Semanas después, a principios de 2012, las aguas que bañan la capital del estado, Porto Velho, comenzaron a agitarse. Las olas crecían cada día, derrumbando las orillas y arrancando árboles. El dique del puerto municipal se rompió. El río llego a las viviendas, hasta que la primera de ellas se derrumbó junto con el barranco para dentro de las aguas.
El pronóstico de Iêsa era correcto. Lo que ella no podía imaginar era la rapidez con que la respuesta del río a la apertura de las compuertas alteraría el curso de su vida, de su barrio y de la historia de Porto Velho. Las olas atacaron el barrio Triángulo, primero a formarse en la capital. El área lleva ese nombre por ser el lugar donde el tren de la Estrada de Ferro Madeira-Mamoré maniobraba y desabastecía. La casa de Iêsa quedaba entre el margen del rio Madera y las vías abandonadas, a unos siete kilómetros de la usina.
El río se tragó también el Marco Rondon, obelisco histórico más antiguo que el propio estado. El obelisco fue construido en 1911 por el equipo del mariscal Cándido Mariano da Silva Rondon, «sertanista» que cruzo la selva para conectar la primera línea telegráfica a conectar la Amazonia. Cuando las olas alcanzaron el monumento, las noticias circularon en abundancia a través de los medios de comunicación. Pero la empresa Santo Antonio Energía, responsable de la presa, negaba su relación con el problema. En dos semanas, las aguas derruyeron la base del obelisco y lo arrastraron al fondo del río. Después que fuera comprobada la responsabilidad de la usina, la empresa intentó rescatar el monumento, pero sólo dos bloques fueron recuperados.