Doñana amenazada
Es primavera, pero la marisma está muy seca. «Ha llovido la mitad de lo normal», dice Juan José Negro, director de la Estación Biológica de Doñana del CSIC, mientras el vehículo todo terreno en el que viaja avanza por un camino polvoriento de arena de playa que, en esta época del año, debería estar cubierto de barro. «El agua es el gran reto de Doñana», admite. Pero Negro no se refiere a la de lluvia. Ni siquiera a la de las marismas que se llenan en invierno y se vacían en verano de forma natural. El problema son las aguas subterráneas que hacen aflorar las lagunas de interior que nutren a la fauna del parque nacional y a la agricutura y a los pueblos de la comarca.