Big Data: el poder de los datos
Los datos eran materia prima que había que agregar para generar información; los patrones que entonces se perfilaban llevaban al conocimiento, que a su vez nos daría pie para llegar a ideas esclarecedoras y nos haría más sabios. El software corporativo que recababa datos de todas las áreas de una organización en “almacenes de datos” (data warehouses) se analizaba periódicamente para descubrir las ideas más esclarecedoras respecto al rendimiento del negocio.
Pero por el camino hubo un giro inesperado: internet. La red de redes adelantó por la izquierda a los datos corporativos y encontró un atajo hacia el conocimiento. En los últimos veinte años, gran
parte del conocimiento acumulado en el mundo se ha hecho accesible. En cuanto se genera conocimiento nuevo (artículos médicos, guías de viaje, críticas de la cultura pop), se hace público. A medida que el valor de acceder a internet se ha disparado, el aliciente para granjearse dicho acceso ha subido a la par, y los teléfonos móviles inteligentes se están haciendo universales, haciendo llegar el conocimiento a prácticamente todos los lugares (el túnel del metro y el campo incluidos).
Por tanto, el desarrollo de la economía de la información está dando pasos atrás para tomar un camino que había dejado de lado. Cada dispositivo conectado es también un sensor capaz de recabar
datos sobre la ubicación de las personas, el rendimiento de las máquinas, los contaminantes de las fábricas, la humedad de los campos, la salud de los pacientes y los sentimientos de las personas —según publican ellas en las redes sociales o se observa en su comportamiento. Esta proliferación de sensores ha generado el torrente de Big Data —cantidades ingentes de tomas de datos, muchas en tiempo real,que de momento son más rápidas que la capacidad de agregarlas al nivel de conocimiento. Pero la industria va a toda velocidad para ponerse a la altura.