Los desastres por el cambio climático en los últimos 10 años casi se duplicaron en comparación con la década de 1980.

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Los desastres naturales pueden provocar pérdidas inimaginables y continúan perjudicando de manera desproporcionada a los más pobres y vulnerables. Cuando el ciclón Pam de categoría 5 azotó Vanuatu en marzo provocó una destrucción sin precedentes. Fue el mayor ciclón que ha tocado tierra en el Pacífico en la historia, y afectó a 22 de las 83 islas de Vanuatu, con mareas que arrasaron pueblos enteros, haciendo desaparecer la infraestructura y destruyendo cientos de acres de cultivos. Con más de dos tercios de la población damnificada, el ministro de Hacienda del país describió el impacto de la tormenta como “catastrófico, destruyendo años de desarrollo e inversiones”.

Los factores que impulsan el cambio climático y el riesgo de desastres vuelven más comunes estas situaciones. El cambio climático amenaza con empeorar los fenómenos meteorológicos extremos, como las sequías, las inundaciones, las tormentas y las olas de calor. La rápida urbanización y la falta de planificación del desarrollo hacen que la cantidad de personas en peligro sea mayor que nunca: más de 1 millón de personas semanalmente se trasladan a las ciudades, y el 90 % del crecimiento urbano ocurre en África y Asia. Estas tendencias continuarán aumentando la cantidad y la gravedad de los desastres. En los últimos 10 años, solo el número de catástrofes relacionadas con el clima casi se duplicó en comparación con la década de 1980.

Afortunadamente, es posible empoderar a países como Vanuatu y otros para que tengan mayor capacidad de adaptación. A través de asistencia técnica, desarrollo de capacidades y actividades de intercambio de conocimientos, el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR, por sus siglas en inglés) (i) ayuda a los países vulnerables a reducir los riesgos climáticos y de desastres, y a aumentar su resiliencia. En Vanuatu, la Iniciativa para la evaluación y el financiamiento de riesgos de catástrofes en el Pacífico (PCRAFI, por sus siglas en inglés) —respaldada por el GFDRR— proporcionó una inyección de efectivo por un monto de USD 1,9 millones (dólares estadounidenses) antes de transcurridos 10 días del desastre para ayudar a satisfacer las necesidades inmediatas de recuperación.

El GFDRR, administrado por el Banco Mundial, es una asociación mundial financiada por 22 donantes con el objetivo de ayudar a los países en desarrollo a entender mejor y reducir su vulnerabilidad frente a los peligros naturales y adaptarse al cambio climático.

os desastres naturales pueden provocar pérdidas inimaginables y continúan perjudicando de manera desproporcionada a los más pobres y vulnerables. Cuando el ciclón Pam de categoría 5 azotó Vanuatu en marzo provocó una destrucción sin precedentes. Fue el mayor ciclón que ha tocado tierra en el Pacífico en la historia, y afectó a 22 de las 83 islas de Vanuatu, con mareas que arrasaron pueblos enteros, haciendo desaparecer la infraestructura y destruyendo cientos de acres de cultivos. Con más de dos tercios de la población damnificada, el ministro de Hacienda del país describió el impacto de la tormenta como “catastrófico, destruyendo años de desarrollo e inversiones”.

Los factores que impulsan el cambio climático y el riesgo de desastres vuelven más comunes estas situaciones. El cambio climático amenaza con empeorar los fenómenos meteorológicos extremos, como las sequías, las inundaciones, las tormentas y las olas de calor. La rápida urbanización y la falta de planificación del desarrollo hacen que la cantidad de personas en peligro sea mayor que nunca: más de 1 millón de personas semanalmente se trasladan a las ciudades, y el 90 % del crecimiento urbano ocurre en África y Asia. Estas tendencias continuarán aumentando la cantidad y la gravedad de los desastres. En los últimos 10 años, solo el número de catástrofes relacionadas con el clima casi se duplicó en comparación con la década de 1980.

Afortunadamente, es posible empoderar a países como Vanuatu y otros para que tengan mayor capacidad de adaptación. A través de asistencia técnica, desarrollo de capacidades y actividades de intercambio de conocimientos, el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR, por sus siglas en inglés) (i) ayuda a los países vulnerables a reducir los riesgos climáticos y de desastres, y a aumentar su resiliencia. En Vanuatu, la Iniciativa para la evaluación y el financiamiento de riesgos de catástrofes en el Pacífico (PCRAFI, por sus siglas en inglés) —respaldada por el GFDRR— proporcionó una inyección de efectivo por un monto de USD 1,9 millones (dólares estadounidenses) antes de transcurridos 10 días del desastre para ayudar a satisfacer las necesidades inmediatas de recuperación.

El GFDRR, administrado por el Banco Mundial, es una asociación mundial financiada por 22 donantes con el objetivo de ayudar a los países en desarrollo a entender mejor y reducir su vulnerabilidad frente a los peligros naturales y adaptarse al cambio climático.

Fuente: Banco Mundial

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Jose Taboada

Licenciado en Geografía, Postgrado en Ordenación y Desarrollo Territorial (USC) y Master de Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa (USC).

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