El difícil equilibrio entre el desarrollo y el respeto al medio ambiente

Un vistazo a la gigantesca maqueta que avanza cómo será la nueva zona que la ciudad de Ningbo tiene previsto erigir en la Bahía de Hangzhou pone los pelos de punta. Parece otra de esas junglas de asfalto que proliferan en la China del siglo XXI al calor del auge económico, repletas de avenidas inabarcables, monstruosos rascacielos, y fábricas anodinas. Los eslóganes que preceden a su construcción son también de sobra conocidos entre quienes buscan la captación de inversión: «Área de desarrollo económico y tecnológico estatal», «nueva zona nacional de procesamiento de exportaciones» o «cluster industrial a nivel provincial». A primera vista, no se propone nada nuevo.

Pero una mirada más detenida deja al descubierto diferencias importantes con el modelo de urbanismo que impera actualmente en el gigante asiático. En el mapa de los 353 kilómetros cuadrados que ocupará esta nueva urbe de medio millón de habitantes sorprende la ausencia de industrias contaminantes y la abundancia de espacios verdes que sustentan un lema no tan común: «una ciudad ecológica y vivible». Sobre todo llama la atención el gran espacio de 43,5 kilómetros cuadrados que se ha reservado en el tercio Este de la nueva zona para proteger los humedales de Ningbo, que se cuentan entre los mayores del este de Asia, sirven de importante parada en la migración que diferentes aves hacen por el corredor oriental que va desde Australia hasta Siberia, y en los que se refugian hasta 220 especies de aves -13 protegidas y nueve en peligro de extinción-.

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Fuente: El País

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Jose Taboada

Licenciado en Geografía, Postgrado en Ordenación y Desarrollo Territorial (USC) y Master de Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa (USC).

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