La ‘guerra’ del Rocío

Cualquier cosa puede suceder en un Rocío. Una madre que entrega a su hijo a una multitud enfebrecida para que lo lleven en volandas a tocar la imagen de la Virgen. Una aldea de 2.000 habitantes tomada por un millón de peregrinos y curiosos que durante una semana no paran de comer, cantar y emborracharse. Una romería de origen pagano que se ha convertido en una de las fiestas religiosas más grandes de España. Y una reserva de la biosfera llamada Doñana que cada año olvida sus deberes y normas en vísperas de Pentecostés, cuando abre sus puertas a 10.000 vehículos de motor y más de 100.000 peregrinos, generadores de un ruido y suciedad que todos los años denuncian los ecologistas. A este retrato hay que sumar toneladas de basura recogidas, decenas de miles de trajes de faralaes, medallones de la Blanca Paloma y una decena de caballos y mulos reventados en el camino, y ya estamos cerca del Rocío.

Al santuario de la Reina de las Marismas los romeros llegan por siete caminos, que al final confluyen en tres principales que provienen de Sevilla, Huelva y Cádiz. Aproximadamente la mitad de las 114 hermandades rocieras pasan por el espacio protegido de Doñana, donde tienen derecho a pernoctar y a hacer paradas para cantar, beber y bailar. Algunas, como la hermandad de Huelva, son inmensas: 10.000 hermanos, 40 carretas tiradas por mulos y bueyes, cientos de caballos y 500 vehículos.

La dirección del Espacio Natural de Doñana minimiza las cifras de los tránsitos y asegura que “solo” cruzan por la zona en estas fechas unos 37.000 peregrinos y 5.000 vehículos, entre tractores y todoterrenos. Otras fuentes, como el delegado del Gobierno de la Junta en Huelva, José Fiscal, o el coordinador de emergencias de la provincia, Francisco Huelva, consideran que el número supera los 100.000, un cálculo que, según varios guardas del parque, se acerca más a la realidad.

“Cualquiera de las dos cifras es un escándalo, y no digamos la proporción de diez a uno entre vehículos de motor y de tracción animal”, dice Felipe Fuentelsaz, de World Wildlife Fund (WWF), la organización que hace 50 años compró las primeras 6.794 hectáreas del coto de Doñana y las donó al Estado español para hacer una reserva. Juan Romero, de Ecologistas en Acción, considera que la “motorización” es uno de los problemas graves de la romería, junto al peligro de incendios debido a la negligencia de muchos peregrinos. “Nadie quiere prohibir el Rocío en Doñana. Pero si se pretende respetar la tradición, que su paso por el parque se haga a pie, a caballo o en carretas de toda la vida, solo con los vehículos de motor imprescindibles para las emergencias”, opina.

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Víctor Bouzas Blanco

Licenciado en geografía y Postgrado en Tecnologías Digitales de Documentación Geométrica del CSIC. Especialista en diseño cartográfico y análisis geoespacial.

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