El declive del reino de hielo

«Esta dama hizo un viaje bastante interesante». El investigador del Instituto Polar Noruego Benjamin Merkel enseña una animación en su ordenador ante un público inusualmente concurrido. En la pantalla un punto rojo que cambia del rojo al amarillo se mueve por un mapa del mar de Barents, la zona del Ártico situada al norte de Escandinavia. La audiencia es un equipo de WWF-Canon y estamos navegando por el archipiélago de Svalbard, en el extremo occidental del mar de Barents. Buscamos algo como lo que se mueve en la pantalla: osos polares.

La osa que muestra Benjamin se cruzó el pasado abril con el helicóptero del Instituto Polar Noruego en un fiordo de Svalbard. Los biólogos la sedaron desde el aire y la colocaron un collar con un transmisor por satélite. Aunque los osos de Svalbard forman parte de la población del mar de Barents (de unos 2.500 ejemplares y compartida con Rusia), muchos son locales y permanecen siempre en el archipiélago. Pero esta vez tuvieron premio: la osa pronto tomó rumbo este, avanzado hacia las islas rusas de la Tierra de Francisco José.

En la animación se ve cómo la falta de hielo le impidió alcanzar las islas, y siguiendo el borde del hielo acabó atrapada en otra isla rusa a 1.500 kilómetros de Svalbard. Sin éxito, intentó llegar al hielo varias veces. Al final del otoño volvió el hielo y pudo alcanzar la Tierra de Francisco José para entrar en un cubil, probablemente para dar a luz a sus cachorros: en total un viaje de 3.700 kilómetros.

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Víctor Bouzas Blanco

Licenciado en geografía y Postgrado en Tecnologías Digitales de Documentación Geométrica del CSIC. Especialista en diseño cartográfico y análisis geoespacial.

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