Drones para combatir el cambio climático

Vivimos en un mundo donde las lluvias son muy abundantes en unos sitios, y muy escasas en otros. Este es un problema que se está agravando por el cambio climático: el progresivo aumento de la temperatura media del planeta está provocando que estas diferencias entre unos rincones y otros sea cada vez más grande.

Una manera de evitar el desastre podría ser con drones, unas aeronaves no tripuladas que, literalmente, sembrarían las nubes provocando las lluvias. Esta es una práctica no exenta de polémica, ya que hay quien considera que manipular el clima podría acarrear graves consecuencias.

Como sabemos, nunca llueve a gusto de todos, y en según qué puntos del planeta tanto la sequía como las inundaciones suponen una amenaza para la supervivencia de los seres humanos, como por ejemplo en Corea del Norte, donde tienen un clima continental de tipo monzónico, caracterizado por un periodo de lluvias durante el cual caen unos 500mm/mes, y por otro en el que las lluvias son tan escasas que hacen peligrar la vida de muchas personas.

Para conseguir que las precipitaciones no supongan un problema para nadie, un equipo de investigadores de la institución Desert Research Institute (DRI) están llevando a cabo unas pruebas experimentales con drones en el desierto de Nevada (en los Estados Unidos de América). ¿Su misión? Depositar elementos en las nubes que provoquen la lluvia, o que por el contrario la evite, según se requiera.

En esta región se pretende provocar la lluvia para aumentar el abastecimiento y las reservas hidráulicas del estado. Para ello, se ha utilizado a (Sandoval Silver State Seeder), que es una aeronave experimental que mide más de 3m y pesa 25kg. Savant vuela hacia las nubes, y una vez allí enciende dos bengalas cargadas con yoduro de plata. Gracias a ello, las moléculas de agua que estén presentes en las nubes se cristalizan en las partículas del compuesto químico, provocando así su precipitación.

Pero dependiendo del clima, puede caer en forma de lluvia, de nieve o de granizo. Ésta última es la que menos se desea, ya que podría causar daños.

 

¿Es realmente eficaz la siembra de nubes?

Todavía no está claro. La idea de »sembrar nubes» para provocar lluvia es muy antigua, y se lleva experimentando con ello desde 1903. Uno de sus principales desafíos es precisamente saber de qué forma va a caer el agua, y sobre todo, si esta lluvia va a ser muy intensa o no. Aún así, la Organización Meteorológica Mundial ha indicado que la siembra de nubes suele producir resultados positivos, como ocurrió por ejemplo en Venezuela en el año 2010.

Ese año el país afrontaba una sequía muy intensa, la cual ocasionaba incendios forestales, así que el Gobierno implantó la siembra de nubes para poder lograr la recuperación de los cultivos, y evitar que el fuego llegase a las ciudades y pueblos.

 

Consecuencias para el medio ambiente y para la salud

Aunque sea considerada como una solución para el problema de la sequía, lo cierto es que el yoduro de plata tiene una clasificación azul 2 (NFPA 704) por lo que puede causar incapacidad temporal o posibles daños residuales a los seres humanos.

Además puede tener efectos tanto en los animales como en las plantas, como ocurrió en el Parque Nacional Kosciuszko (en Australia): allí las algas en los lagos glaciares comenzaron a florecer tras la siembra de nubes, algo que no habían hecho nunca antes. Por estos motivos, quizás sea muy necesario plantearse si realmente vale la pena o no.

 

La siembra de nubes es un tema muy controvertido que dará mucho de que hablar.

 

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Jose Taboada

Licenciado en Geografía, Postgrado en Ordenación y Desarrollo Territorial (USC) y Master de Sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa (USC).

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